Argentina llega a las elecciones con la economía estancada, salarios bajos y tensiones financieras que ponen a prueba el plan de ajuste del presidente Javier Milei.
Argentina acude a las urnas este domingo en medio de una economía frágil, marcada por salarios deprimidos, escasa actividad empresarial y alta tensión financiera. El presidente Javier Milei, en el poder desde finales de 2023, busca validar en las urnas su programa de ajuste fiscal, tras casi dos años de políticas de austeridad.
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El Gobierno presume de haber logrado superávit fiscal y una fuerte desaceleración de la inflación, que cayó del 289 % al 31 % interanual. Sin embargo, los recortes al gasto público y la contracción del consumo generan malestar social y un creciente descontento entre los votantes.
La actividad económica permanece estancada desde mayo, mientras los salarios pierden poder adquisitivo y las tasas de interés frenan el crédito. De acuerdo con el Centro de Economía Política Argentina, más de 18.000 empresas cerraron desde el inicio de su mandato, y se han perdido más de 250.000 empleos formales.
La pobreza laboral alcanza a 4,5 millones de trabajadores, y el 43 % de los empleos se mantiene en la informalidad. “Tener trabajo ya no garantiza salir de la pobreza”, señaló la Fundación Mediterránea.
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Con reservas internacionales en mínimos, Argentina recurrió a un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por 20.000 millones de dólares. Además, Estados Unidos firmó un programa de apoyo financiero de igual monto para estabilizar el peso antes de los comicios.
Sin embargo, las tensiones persisten. El presidente estadounidense, Donald Trump, condicionó la continuidad de la asistencia a un triunfo del partido oficialista, La Libertad Avanza, lo que ha incrementado la incertidumbre entre los inversores.
Los argentinos votarán así en un clima de desconfianza y austeridad, con la mirada puesta en si Milei logra mantener la estabilidad económica sin profundizar la recesión
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