Los 203 años de El Salvador se celebraron en medio de protestas y desfiles. Las quejas en contra de Nayib Bukele por su talente dictatorial son una constante.
El pasado 15 de septiembre se vivió una jornada de dicotomía en El Salvador. Por un lado, desde su más profundo patriotismo, cientos de salvadoreños salieron a las calles a acompañar los desfiles de celebración por los 203 años de independencia de El Salvador y, por otro lado, otros tantos cientos se agolparon en las calles, pero con un objetivo diferente: el de aprovechar la festividad para protestar en contra del gobierno de Nayib Bukele y sus dictatoriales decisiones, particularmente, la que corresponde al actual régimen de excepción que se vive en el país.
La queja que comparten muchos salvadoreños y una gran parte de la comunidad internacional es que Bukele, amparado en ofrecer seguridad, pasa por alto el respeto a los Derechos Humanos. Con mensajes de
O arengas contra la corrupción, nutridos grupos de activistas, defensores de Derechos Humanos y familiares víctimas del gobierno Bukele alzaron su voz en contra de un presidente que, para muchos, ha dejado de ser un héroe y empezó a convertirse en villano producto de sus decisiones.
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