Javier Milei se parece más al Pingüino de Batman que a un político serio: gritos, insultos y caos parecen ser su mejor estrategia para “salvar” a Argentina.
¿Es Javier Milei un político o el Pingüino de “Batman Returns” reencarnado? Las similitudes son tan grandes que hasta el propio Danny DeVito podría sentirse amenazado. Milei asistió a la posesión de Donald Trump maquillado como el Pingüino, con el rostro pálido y detalles oscuros alrededor de los ojos. Ambos tienen un estilo “único” para hacer política, una sed de poder desmedida y una habilidad increíble para insultar a todo el mundo en tiempo récord.
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El Pingüino de Tim Burton conquistó Gotham con discursos absurdos, gritos descontrolados y un grupo de secuaces dudosos. Milei, por su parte, está haciendo casi lo mismo en Argentina: cerraría el Banco Central como quien apaga la luz al salir y se rodea de aliados tan extravagantes como sus propuestas. “¡Viva la libertad, carajo!”, grita Milei como si estuviera liderando una banda de pingüinos uniformados.
Ha llamado “parásitos” a empleados públicos, “burros” a sus críticos y, en un ataque de furia política, hasta insultó a un periodista que no estaba de acuerdo con su plan económico. Y eliminó la figura del feminicidio del Código Penal donde invisibiliza la violencia de género y desprotege a las víctimas.
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En cuanto a su amor por el caos, Milei está a la altura del Pingüino. Propone privatizar todo lo privatizable, incluyendo la salud y la educación, mientras despotrica contra cualquiera que se atreva a cuestionarlo. Claro, todo esto acompañado de gritos y manotazos dignos de un villano de cómic.
Por suerte para Argentina, todavía no ha empezado a criar pingüinos armados… aunque, viendo su historial, no sería raro que lo propusiera en el Congreso. ¿Un héroe libertario o el próximo villano del Cono Sur? La respuesta podría estar en una baticueva cerca de usted.
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