Según científicos de Harvard, evitar el ejercicio es una reacción natural. Nuestro cuerpo evolucionó para moverse, pero no para ejercitarse voluntariamente.
El biólogo Daniel Lieberman asegura que, históricamente, el movimiento estaba ligado a necesidades inmediatas: cazar, recolectar, bailar o jugar. Ejercitarse sin necesidad era un gasto de energía innecesario para nuestros antepasados.
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“Evolucionamos para movernos, pero no para ejercitarnos”, afirmó Lieberman en The Harvard Gazette. Esa resistencia natural todavía nos acompaña.
Un estudio de Harvard publicado en Current Biology muestra que, desde 1820, la tasa metabólica en reposo descendió 6 %, lo que equivale a 27 minutos menos de ejercicio diario. El culpable: la tecnología. “Creamos máquinas para evitar el esfuerzo físico”, explicó el investigador Andrew K. Yegian.
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Lieberman propone tres claves para incorporar el ejercicio:
El científico señala que, en comunidades de subsistencia, los adultos mayores son más activos que los jóvenes. Ese nivel de actividad combate el deterioro físico y mejora la salud.
Hacer ejercicio es difícil, sí. Pero entender por qué lo evitamos puede ser el primer paso para convertirlo en hábito.
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