El pasado primero de noviembre, se celebró el Día de Todos los Santos en diferentes países de latinoamérica. El Salvador fue uno de ellos, y el Estado salvadoreño decidió enviar un mensaje contundente con este.
Reclusos de diferentes cárceles fueron enviados por el alcalde de Santa Tecla, Henry Flóres, al cementerio de la localidad, para derribar las tumbas de diferentes miembros de la Mara Salvatrucha.
Justo el día en el que los familiares visitan a sus muertos, los prisioneros destruyeron al menos 80 lápidas marcadas con el MS de la pandilla y limpiaron y borraron todos los grafitis y mensajes relacionados con esta.
Las autoridades dicen que el lugar se presta para rituales satánicos, aunque la población nunca había denunciado actos de este tipo.
El Salvador se encuentra en estado de excepción desde marzo de 2022, esto quiere decir que la autoridad civil ha podido cambiar los derechos constitucionales para hacerle frente a la situación de violencia que vive el país.
El único problema, es que este mecanismo se debe utilizar únicamente en situaciones de emergencia y de forma temporal, para algo extraordinario, pero ya lleva en este régimen más de medio año y las acusaciones se extienden más allá de la violación de derechos humanos.
La consecuencia más mencionada del régimen en el que se encuentra el país ahora, es la violacion de derechos humanos.
La mayoría de acciones que ha tomado el Estado van dirigidas a la extinción de las pandillas que han aterrorizado a la población durante años.
Por esta razón, destrozar las tumbas de pandilleros del cementerio de Santa Tecla significa mucho para quienes también quieren homenajear a sus muertos sintiéndose seguros. “Antes era normal ver a los pandilleros dentro del cementerio, pero hoy no hay peligro”.
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