El férreo defensor de reducir gastos en el estado, se gasta millonadas del erario para satisfacer su ego y el de sus amigos de ultraderecha. La hipocresía como hoja de ruta.
Desde antes de llegar al poder, en los distintos espacios que tenía, Javier Milei se dedicó todo el tiempo a despacharse en contra del sistema y etiquetar de corrupto a todo el mundo. El discurso de Milei, apalancado en su posición como libertario, redundó siempre sobre la idea de transformar y reducir esa innecesaria enorme figura del estado. Para el polémico economista sostener al estado cuesta una cantidad importante de dinero y, en la vida práctica, todo esto no sirve para nada más que favorecer intereses particulares y políticos: según él, algunos pocos se llenan los bolsillos o usan los recursos para su beneficio. Curiosamente, y aunque parecía una recia posición en contra de, no fue sino que Milei llegara al poder para que se cayeran las máscaras y empezara a otorgar el manejo de fuertes presupuestos a sus más cercanos alfiles o, como sucedió hace pocos días, cuando haciendo uso de su poder como presidente gastó más de 6 millones de recursos públicos para un evento privado de ultraderecha. Sí, todo eso que solía criticar, es lo que viene haciendo.
El pasado mes de julio, en la ciudad de Córdoba, se llevó a cabo el evento La Derecha Fest. Hotel Quórum fue el escenario de un encuentro que fue promocionado como “"el más anti-zurdos que jamás se hizo" y del que hicieron parte
- Agustín Laje
- Daniel Parisini
- Nicolás Márquez
Y, claro, el propio Javier Milei como figura y speaker más destacado. Por la naturaleza de los participantes todo giró en torno a enaltecer decisiones y líderes de ultraderecha mundial, aunque, aprovechando la tarima y los asistentes, Milei criticó con fiereza a la “casta” argentina, al tiempo que, por millonésima vez, insultó a su vicepresidenta Victoria Villarruel, a quien calificó como una “bruta traidora”.
Como era de esperarse, ninguno de los temas que se desarrollaron en el encuentro revestía interés para la ciudadanía en el país, aunque ese no fue impedimento para el gasto de Milei. Un gasto que se hizo público gracias a una rendición de cuentas en el congreso, lugar en el que Guillermo Francos, jefe de gabinete, debió dejar todo en evidencia. Millones gastados para satisfacer el ego del presidente, esos mismos millones que no se invierten en pensiones o asistencia, pero que sí sirven para favorecer la incoherencia de un líder al que se lo ha venido comiendo el personajes con el paso de los días.
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