
Trump firmó la ley que exige liberar los archivos del caso Epstein tras meses de resistencia. La presión política y el respaldo casi unánime del Congreso forzaron el giro.
La iniciativa avanzó con un apoyo abrumador. La Cámara de Representantes aprobó el proyecto con 427 votos a favor y solo uno en contra, mientras que el Senado lo respaldó por unanimidad. Frente a ese escenario, Trump optó por no prolongar la confrontación. Aun así, insistió en que el tema se convirtió en una distracción para la agenda republicana y señaló que prefería cerrar el capítulo para concentrarse en sus prioridades políticas.
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En redes sociales, afirmó que los demócratas han usado el caso Epstein para desviar la atención de lo que considera “victorias” de su administración. Su mensaje también buscó minimizar cualquier impacto político, asegurando que la publicación de los archivos perjudicaría más a sus adversarios que a su propio partido.
La nueva ley exige la divulgación de comunicaciones, reportes internos y cualquier documento relacionado con Epstein en un plazo de treinta días. El Departamento de Justicia solo podrá censurar información que proteja a víctimas o investigaciones activas. La norma impide ocultar datos por motivos de reputación o conveniencia política, un punto que generó un amplio consenso entre legisladores de ambos partidos.
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Para una coalición diversa dentro del Congreso, la transparencia se volvió un compromiso ineludible. Algunos impulsores de la iniciativa incluyen tanto opositores a Trump como antiguos aliados, quienes argumentaron que la ciudadanía tenía derecho a conocer la totalidad del expediente.
Aunque la firma resuelve semanas de tensión política, deja abierta la expectativa sobre el contenido de los archivos. El caso Epstein, marcado por interrogantes y teorías, vuelve al centro del debate público ante la inminente publicación de cientos de documentos.
El gobierno deberá responder ahora a un desafío distinto: garantizar que la divulgación sea completa y no se convierta en otro foco de confrontación.
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